domingo, 20 de febrero de 2011

Almohadas

Hace una semana, en el club de la comedia vi que hablaban sobre hacer deporte. La gente, tras una larga relación quería volver a recuperar su forma física que con el tiempo había perdido. Yo, he empezado a entrenar para el maratón que se hace en mi ciudad, más bien ciudad pequeña. Esta mañana me he levantado a las siete y media y, a las ocho salía de casa, con mi padre. Hemos ido por un bosque cerca de Salt (he pasado el fin de semana en Gerona) y me ha sorprendido que, tras una hora corriendo no me había cansado; en serio, no lo digo para quedar bien. A partir de la media hora, me ha entrado un bienestar en el cuerpo que nunca antes había experimentado.

Tras llegar a casa, a las nueve y cuarto porque mi hermano a las diez y media tenía que estar en Figueres ya que tenía partido de futbol; tras llegar, decía, tuve una sensación extraña, un bienestar nunca antes parecido. No exagero. Hablando con mi padre, que lleva muchos años corriendo maratones y demás me ha comparado el correr con una droga. Me decía: "ya verás, cuanto más corres más te gusta y más quieres correr, superar tus propias limitaciones y sentir que puedes superar cualquier obstáculo (vale, esto si que es una exageración, pero es el mensaje)". Una droga. Quizá, en definitiva, las drogas no sean del todo malas.

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