Tan solo se oye el viento golpeando las persianas de una cárcel que dulcemente se va muriendo. El asfixiante frío de la habitación me hace sudar. Ese sudor frío que te recorre el cuello, que te hace encoger de hombros y que, durante unos breves instantes te hace estremecer. Respiro. Me recordaba a aquellas tardes que solíamos pasar abrazados mientras me hablabas sobre la película que te daba miedo de pequeña. Tumbados en mi cama, la cual me introducía al mundo del sueño, ya sobrepasado por la realidad, oliendo a ti. El viento volvió a rugir con el sonido incontestable de una película de Disney. Si hubieses estado aquí te hubiese abrazado con fuerza. La luz de una vela aparecía de vez en cuando por debajo de la puerta. Si hubieses estado aquí no te escribiría, simplemente hablaría para este mundo de ensueño, pasando la noche en vela, desnudos ingenuamente tapados por una manta. Estarías poniendo esa cara de niña bueno que nunca ha roto un plato y necesita un abrazo. Que necesita un beso, que la quieran. Estarías con esos labios carnosos, dulces, tranquilamente reposando sobre la cama. Quizá debería dejar de conducir tan temerariamente infringiendo todas las normas estas normas morales. Te pintaría, aunque mi talento no sería capaz de adecuarse a la realidad. El lienzo no sería más que un intento expresionista del impresionismo. Cómo ser capaz de usar los pinceles con tanta destreza que reflejasen tu magnífica cintura, tus ganas de vivir. El viento, incesante y exasperarte, no me deja concentrarme en mi sueño de soñar un sueño más perfecto que la realidad.
La princesa cisne! Amor meu, t'estimo! És maravellós, mm'encantes. T'ESTIMO!
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