¿Es que vuestros padres no os enseñaron a no temer a la soledad? No hay nada malo en estar solo un rato. Estáis envenenando todo cuanto creía del género humano, del hombre y de la mujer corrientes. No nacemos con una mensajería instantánea en la mano, es más, morimos cuando lo hacemos. Sois los nuevos drogadictos de esta generación que está perdiendo todo el respeto, los buenos modales, la dignidad y el ingenio. Aún más allá, estáis perdiendo el significado de los sentimientos que atribuíamos a la palabra amor, ya muy desdibujados. El hombre, en su afán por conservarlo todo, esta edulcorando hasta sus sentimientos, congelándolos para impedir que se pudran, cuando un destino peor ya tienen reservado. Llamo a la pasión, a las noches (o tardes) furtivas, a un beso que diga más que tres millones de años desayunando juntos. El teléfono está empezando a sonar.
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