Una caricia. Un suspiro mezclado con delirios de grandeza. Una mentira. Precipitación resignada que no cesa. Puntos suspensivos. ¿Qué hacer cuando no llegas? Descender al pozo más profundo. Esperar. ¿Has llegado ya? No te muevas. Espera, no me harás caso. Te has caído. ¿Volverás?
Modorra llegada a su final, quizá. Aletargado. Pesadilla incesante, noche y día. ¿Que me pasará hoy? No creo que nada inusual, enciendo el televisor, hace un tiempo que Obama ha dejado de fumar, lo siento por él, todo el mundo pendiente de lo que haces, o de lo que dejas de hacer, los demás dirigen tu vida, asúmelo, eres, un simple pelele, un muñeco de paja manteado por la muchedumbre dirigiéndose a la hoguera. De alguna forma moriremos todos.
Desidia. Mi vida no tiene sentido, yo había sido un hombre importante, todos los flashes me seguían allí donde iba, estaba en el sensual anuncio de una colonia, últimamente, la venta de colonias aumenta proporcionalmente según la carne que enseñen los actores, bueno, según la cantidad de chocolate de la tableta, las mujeres compran la colonia. ¿Placebo? Las siete de la mañana. Las calles aún no están puestas. Qué pensamiento tan absurdo. ¿A quién le regalan las mujeres la colonia? Indirectas. Eso mismo pensé yo cuando la idea que cambió mi vida apareció en mi mente, nunca había pensado nada parecido, pero cuando ese virus se empezó a desarrollar, no lo pude parar gastándome el dinero en clases de ioga, taichi y meditación. Véase una gran catarsis insensible. Horas muertas.
Estoy bien, algún día saldré de este pozo, quizá en realidad este en su linde, a punto de caer en él. Voy a salir a la calle, me asomo al balcón. Hace un día magnífico, el sol calienta los cristales de la habitación, me comería una crêpe, los transeúntes me miran, asombrados, siempre me pasa lo mismo. Quieres hacer algo original, interesante. Quieres ser recordado. ¿Alguno de ellos se acordará de tu cara una vez haya cruzado la esquina? Me podrían traer una crêpe a casa, hace años que no hablo con nadie. Parece un sueño. Pelo mojado al salir de la ducha. No recuerdo el momento en que empecé esta historia. Sé que debe acabar cuanto antes. Grito. No llevo pantalones. ¿Será por eso por lo que gesticulan demasiado? No los logro oír. Un mosquito en mi oreja mientras duermo plácidamente en una noche de verano.
Llueve. Vértigo. Me estoy cansando de que cada día llueva. Una pelea en una boda. Alguien podría apuñalar a alguien de ahí arriba. ¿Atropellado por culpa de un empujón? Yogures edulcorados con cáncer. Quizá no sea personal. Agostar hojas secas. Humo que por primera vez inunda tus pulmones. No puedo dormir. Luces cegadoras. No, lo oigo desde lo mas profundo del túnel. Tomo aliento. Inspirar. Expirar, repetir. No puedo expirar dos veces. Sopor. Va en contra de su naturaleza. Dejarse llevar. Viento. Ahora oigo perfectamente. Sin sorpresas en el karma. El cielo se torna verde. Me gustaría volver atrás, antes de que el virus infectara mi felicidad, la infectó en el centro de su corazón, sin matarla, haciendo girar la peonza, cambiándola de dirección cual empujón mal columpiado. Volaré hacia la Luna. ¿En que dirección está la Luna? Nunca he tratado de ir hacia arriba.
Tramontana a ras de suelo. Frío en los huesos. Bajaré al pozo para poder ascender a la Luna. Luz al final del túnel. Limbo lunar. Descargas inútiles en el pecho. Puntos suspensivos. No volverás, no lo intentes.
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