Quien soy yo? Esa hormiga insignificante en el firmamento? Ese hombre que ha contado, día a día, los días que hace que no escribo en mi blog? Quizá, mi querido adverbio, debería olvidar ya la mortificación; en su momento fue bonita, lamentarme de mi sino, de mis desgracias y desventuras, más bien exageradas para dar morbo a la cruda y rutinaria realidad. Quizá, repito, y solo repito, que quizá, va siendo ya hora de dejar los juegos de niños, el ascetismo y la negación de los placeres y reconciliarme con mi verdadero yo, el hedonista, al ego que le encantan los preliminares y que es insaciable.
Bienaventurados, de nuevo, les dijeron en su momento a algunos, los que os adentráis en el reino de los cielos, pues, aunque no exista, este rincón en ningún lugar es lo mas parecido que encontrareis a ello.