Me cansan las manos en rozar tus aires de nostalgia perdida,
sin mas adentros que ese aliento triste,
en el que el recuerdo de tu ausencia se hace puño en un puñal.
Cómo un pájaro herido en su ala de acero,
me adentro en el corazón del olvido.
Los ojos amarillos de las vacas atacarán los cielos habitados por hormigas.
Resucitarán las mariposas disecadas por las rosas que tragamos por la boca.
Se nos clavarán sus espinas en nuestras encías.
Rasgarán nuestro tubo carnoso que conduce al corazón del hombre y,
allí, se volverán elegantes.
Morirán cómo ser que se evade del mundo
con pastillas exóticas vendidas por dos jorobas.
Pobres, aquellos que no conocieron más amor que la amistad.
Dichosos, los afortunados cuales única preocupación fue un regalo para su amada.
El tiempo asoma en cada esquina,
inquebrantable, entre aplausos quiere morir, el hombre, la mujer,
entre aplausos...
entre aplausos...
y el estreno de la obra jamás será, porque ya fue,
y no nos dimos ni cuenta.